25. Carlos C (13/Jul/2022)

CARLOS C
qué te parece un día cualquiera, ya de tarde. En esos días que tienes previsto pasar una tarde sola y tranquila de compras pero al final, entre unas cosas y otras, sales ya al atarceder. No eres demasiado amiga de grandes cadenas de ropa, aunque a veces no veas otra solución. Sin embargo, sí eres clienta habitual de una boutique (qué palabra más... obsoleta...) en la que siempre te has sentido muy bien atendida, entendida y aconsejada. Tienen además, ropa de estilo más clásico-formal-elegante y sus instalaciones son totalmente cómodas, con amplios vestidores. Como colofón, soy yo quién la lleva. Nos conocemos de hace algunos años, cuando mi padre se jubiló y me puse al frente del negocio de varias generaciones.. Siempre te he visto como una mujer muy atractiva y elegante. Despiertas en mí muchos tipos de sensaciones diferentes...
La idea sería que ya vayas vestida como acordamos o... vengas buscando ese tipo de ropa, así como la lencería
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ALEXANDRA R
ok, para darle más morbo a la historia yo tengo confianza en ti pq eres amigo de mis padres y te conozco desde niña, vale?
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CARLOS C
cómo te gusta sentirte mimada, eh?
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ALEXANDRA R
pues sí, jajaja
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CARLOS C
jajajajaja
tiene su puntazo, sí
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ALEXANDRA R
nunca te has fijado antes en mí, era muy niña y adolescente, pero ahora q ya soy un poco más mayor sí q te fija y te gusta lo pija q me he vuelto
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CARLOS C
Dan ya casi las siete y pico de la tarde del sábado previo a las rebajas. Como es normal, suelen ser los días más aburridos del año, ya que los clientes tienden a esperar un par de días a que comienen las rebajas. Al ser un negocio de muchas generaciones, hay mucha clientela también fija de generaciones, la cual tiene la confianza suficiente como para venir a echar un vistazo e incluso probarse prendas con la idea de comprarlas más adelante. Esto al principio me parecía mal, pero pensándolo fríamente es algo que haríamos todos, y más siendo clientela habitual, así que he cambiado mi chip y ahora me lo tomo con la mayor naturaleza posible.
Mientras voy consultando los apuntes de stock para estos próximos días, la pesada puerta de madera y cristal de más de 100 años saluda con su característico chirrido a todo aquel que entra...
Alexandra! Es justo lo que necesitaba, ver una cara bonita para que el día se terminase de la mejor manera. Qué tal va todo? hace tiempo que no te dejas ver por aquí?
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ALEXANDRA R
sí, hace siglos q no venía, pero es q la semana pasada fue mi cumpleaños, cumplí ya 19, y me han regalado bastante dinero y voy a gastarlo en ropa que siempre me encanta la ropa de esta tienda
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CARLOS C
- 19 años! quién lo diría! pero si parece ayer cuando venías de la mano de tu madre y no levantabas un palmo del suelo. Tengo que volver a recordarte cómo te colgabas del enorme tirador de bronce de la puerta? Pero fíjate, si te has convertido en una mujer bellísima. Realmente no tenía muchos más años que tú, pero siempre he estado ayudando en la tienda desde que también era un moco. En realidad, me consideraba una persona tímida y brindarte esos piropos con la boca abierta me avergonzaba un poco. Los años de anteción a clientes y las enseñanzas de mi padre me llevaron por el camino del halago y el buen piropo, siempre que fuese sincero, para realizar una buena venta.
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ALEXANDRA R
(yo en esta tienda siempre me he sentido muy querida, desde muy niña, y el trato ha sido genial, además como me han regalado mucho dinero y soy muy pija voy a gastarme mucho en ropa)
(me extraña q la tienda esté absolutamente vacía, pero mejor, así puedo ir mirando toda la ropa y echar horas aquí)
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CARLOS C
te observo con detenimiento mientras no paro de brindarte la mejor de mis sonrisas. Aún me acuerdo cuando éramos los dos pequeños y jugábamos por la tienda mientras tu madre compraba y mi padre la colmaba con todo lujo de anteciones. Ahora, con los años, sabía que en la mirada de mi padre, también se escondía cierto atisbo de deseo y lujuria. El mismo deseo y lujuria con el que te estaba mirando yo ahora. Realmente te habías convertido en una mujer de lo que se dice buenorra, una chica bien, siempre te ha gustado vestir muy pijita y recatada, y hoy no iba a ser la excepción.
- Cuéntame entonces Alexandra, en qué estabas pensando?
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ALEXANDRA R
pues quiero comprarme algunas camisas y jerseys q combinen con ellas, y tb algún pantalón, bueno, tú conoces siempre bien mi estilo desde siempre, me dejo aconsejar por ti
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CARLOS C
- muy bien. Vamos allá entonces. Con un gesto de mis manos te indico el camino que tan bien sabes. El fondo de la tienda, justo al lado de los probadores, donde las grandes estanterías de madera estaban llenas de camisas, camisetas, cajas de lencería.. etc. Ese olor característico a madera vieja inunda la estancia. Esos viejos estantes de madera noble siguen ahí desde su fundación. Descorro la puerta plegable de madera del probador, un probador realmente impresionante, de aproximadamente dos por tres metros, con un aparador en el que depositas el bolso, un espejo gigantesco y varios colgadores. En la zona exterior hay un espejo aún más grande.
Bien, tengo unas últimas piezas que acaban de llegarme y que no voy a poner en rebajas. Se trata de unas camisas de algodón egipcio, muy finas y delicadas, ideales para el verano. Además, me las envían con varios modelos. Qué prefieres. Rayas, cuadritos o lisas?
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ALEXANDRA R
uff, pues no sé, traeme una de cada, jajaja
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CARLOS C
ya veo que vas a darlo todo, jajajaj. Te observo un instante antes de darme la vuelta y perder mis manos en el estante, sacando varias cajas de camisas. Siempre he tenido debilidad por tu culo, perfecto y delicado para mis manos, enfundado en ese pantalón negro que tan poca justicia te hace porque disimula tus formas. Esa camisita de cuadros con varios botones desabrochados y dejando asomar una camiseta blanca de cuello ancho. Puedo notar por debajo tu ropa interior oscura... me deleito en mis pensamientos mientras deposito varias cajas en el aparador. Bien, creo que son tu talla
Entiendo que no a a haber desnudez, así que me quedo presente, ofreciéndote mi ayuda para retirar y vestir la camisa. Abro la caja y retiro toda la parafernalia, cuello, cartón, alfileres, dejándolo todo cuidadosamente en la caja. No quiero que te piches, te sonrío.
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ALEXANDRA R
son preciosas, q maravilla, me encantan todas, me las compraría todas (sonrío en plan pija que en el fondo sé q tengo dinero para comprar todo eso y mucho más)
(y aunque toda esa ropa es preciosa a ti te encanta como voy vestida inicialmente, esa camisa de cuadros azul con la camiseta blanca debajo y los vaqueros negros)
(te mueres de ganas de jugar con mi ropa, con cada uno de los centímetros de ropa q llevo, te encanta mi estilo entre pijo e informal)
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CARLOS C
tu olor inunda el gran vestidor. Es una mezcla entre pelo limpio, un suave perfume y tu ropa recién lavada. Esa ropa que desearía pasar por mi piel porque sé que lleva tu esencia, el roce de la tuya, el jabón que usas para lavarla, el roce de tus manos para colgarla. Fantaseo con ello. Nunca me habían atraido las pijas, pero es que tú.. ufff, tú me pones loco. Siempre me has puesto así, con tu estilo, con tu camisita, con tu camiseta interior marcando tus breves pechos..
- Alexandra, si no te importa me gustaría ir cerrando la tienda, ya es la hora y temo que entre algún cliente despistado y no me gustaría. Te mereces que te atiendan como es debido
Hoy vas a ser MI CLIENTA.
te dejo en el hall de los vestidores extendiendo y mirando las camisas, decidiendo cuál es la que más te gusta. Avanzo hasta la puerta y bajo las persianas tipo malla, pasándoles la llave. Hago lo mismo con la puerta una vez estoy dentro. No hay problemas por miradas indiscretas una vez que acabes tus compras. La tienda está en la planta baja de mi propia casa y tiene puerta trasera, por lo que podrías salir sin ningún inconveniente ni miradas malintencionadas.
Giro de nuevo mis pasos hacia el vestidor, siguiendo el aroma que aún permanece en el ambiente y que se mezcla con el de la madera y los tejidos nuevos. Nunca había caído, pero me parece un aroma deliciosamente sobrio y sensual. Imagino tus delicadas manos abriendo los botones de la camisa, recorriendo la tela para sentir su tacto y deslizarla por tus brazos, ajustarla en tus hombros, volver a abrochar los botones paseando por encima de tus pechos. Nunca me había sentido así por una pija, pero realmente estoy excitado. Excitado sexualmente, sí, pero también de otra forma que nunca habría imaginado. Me gustaría acariciarte con la tela de las camisas. desnudarte, adorarte, recorrer tu cuerpo con la tela a modo de guante, percibir los poros de tu piel erizados, que sea la tela la que absorbe esos delicados tintes de tu aroma para luego envolverme con ella
finalmente llego y ahí estás, de espaldas a mí, con tu camiseta blanca metida por tu pantalón, marcando tan bien ese culo que tanto deseo me provoca. Imaginar esa tela desaparecer bajo el pantalón y no saber dónde parará es un morbo que cada vez veo más claro. Puedo apreciar las finas sombras de las tiras de tu sujetador, sigo imaginando la suerte que tienen esas prendas de aferrarse a tu cuerpo...
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ALEXANDRA R
(sí, en todo este rato me he probado un montón de camisas, todas me gustan, me encantan, y te digo que me las voy a llevar todas)
(mientras te digo esto me estoy abrochando de nuevo inocentemente mi camisa azul a cuadros)
(metiéndola por dentro de mi vaquero negro)
(a ti esos pequeños gestos de pija te molan)
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CARLOS C
veo cómo tu mano desaparece bajo el pantalón, arrastrando la tela de cuadros. Te imagino en casa sola, en ese justo momento en que el calor puede contigo y decides masturbarte. Esa primera mano bajo el pantalón buscando tu sexo.. No puede ser, tengo que parar esto o acabaré empalmado delante de ella y, a pesar de que me vuelve loco, es una clienta, y le debo respeto.
perfecto, pues estas las apartamos. Que sepas que te sientan como un guante y te realzan la figura. Ves? me acerco a ti y apoyo mis manos en tu cintura. Esta camisa tiene otro tipo de corte más amplio, por lo que sobra más tela y al meterla bajo tu pantalón es más complicado que el pliegue quede cómodo. No notas cómo te tira de la manga? Permíteme..
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ALEXANDRA R
ah, no me había dado cuenta de eso, sí, tú eres el experto, haz lo q sea
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CARLOS C
acabo de darme cuenta de lo terriblemente morbosa que es la situación. La tienda cerrada y con las luces apagadas, sólo la trastienda iluminada. Dentro de ese gran vestidor, con varias camisas y tu bolso en el aparado, con mi espalda casi rozándolo y tú dándome tu espalda de niñita piña. Con el gran espejo enfrente, lo que permite que nos intercambiemos miradas furtivas. El otro gran espejo del exterior permite que en el ángulo adecuado, también nos reflejemos, dando una extraña sensación de gentío en los probadores. Ese "haz lo que sea" me envalentona. No me has puesto ninguna objección a que cerrase la tienda contigo dentro y estoy como en la fantasía que cualquier tendero desearía con la clienta más bella del mundo. Mis manos se aferran a la tela de tu camisa, un poco más gruesa que las mías. Arrastran de ella hacia arriba, sacándotela de los pantalones, en el gesto, también me llevo la camiseta. Vuelvo a observarte a través del espejo, ahora tienes un look mucho más urbano, con todas las prendas por fuera. Aún así, estás bellísima. Mis manos se aprietan suavemente por encima de las telas.
- Ves? tienes la cintura estrecha y aquí hay mucha tela. Fíjate lo que sobra, te enseño tirando de ambos lados de la camisa.
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ALEXANDRA R
(yo inocentemente a mis 19 años no veo esas cosas q tú dices pero como tú eres el experto supongo q tienes razón, solo digo timidamente): ah, pues no sé, yo pensaba q me quedaba y conjuntaba bien
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CARLOS C
sí, conjuntas bien, pero los patrones evolucionan y buscan adaptarse mejor al cuerpo. Intento demostrar mi teoría subiendo y bajando mis manos por tus costados y pícaramente deslizándotas hacia delante a la altura de tus pechos, rozando tu sujetador y la parte de abajo de tu s pechos. Los percibo suaves y elásticos, sin un aro que los martirice. Descansan cómodos bajo la tela de tu sujetador que tendré que ingeniármelas para ver cómo es. Inspiro profundo el olor de tu camisa, el de tu pelo. Creo que has visto ese último gesto de inspiración a la vez que cerraba los ojos. Lo he hecho totalmente reflejo y creo que hasta denotaba un placer sádico para con las prendas que llevas puestas
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ALEXANDRA R
(yo de repente me siento un poco incómoda por esta situación, no sé si esas confianzas q te estás tomando conmigo y con mi ropa es algo normal, en el fondo soy aun muy niña e inmadura a mis 19 años, pero no me parece normal q toques así mi ropa sobre mí)
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CARLOS C
veo que te vas a llevar varias camisas de algodón egipcio. Cojo una y la paseo suavemente por tu cara. Ves qué suavidad? qué calidad de la tela? Ciertamente me estoy excediendo en mis funciones de vendedor, pero una extraña fuerza maneja mi cabeza. Deslizo la tela por tu mejilla y cuello, pasándola por delante, rozando tu barbilla y esternón, para volver hacia el otro lado. Respiro con profundidad cerca de tu cuello y busco tus ojos en el reflejo del espejo. Te voy a hacer un regalo ya que hoy has sido mi mejor clienta. Te gustaría saber cual es?
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ALEXANDRA R
un regalo? cuál? (digo con mi tono de pija caprichosa)
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CARLOS C
estoy seguro que te gustará, ya que a las niñas pijitas como tú, os vuelve locas, digo con cierta sorna. Doy unos pasos fuera de tu vista y después de trastear en una estantería vuelvo con un pañuelo decorado con vivos motivos hindús. Mira, me han llegado hace un par de semanas directamente desde India. Es de seda, de lo más fino que hay, y creo que te gustará. Deslizo el suave pañuelo por tu cuello en un gesto hábil. Es largo, debe tener por lo menos metro y pico y la suavidad se enrosca en tu cuelo con dos vueltas. No te aprieta, pero sientes la sensación como si llevases una correa que marca la propiedad de alguien.
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ALEXANDRA R
(sí, el pañuelo es precioso, me encanta, pero no me ha dado tiempo a reaccionar como lo has enroscado alrededor de mi cuello, no me estás ahogando pero me siento un poco presionada por él, hay algo de brusquedad y violencia en la forma q lo enroscas y aprietas en mi cuello)
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CARLOS C
siento la suavidad de la seda entre mis dedos, a pesar de que mi intención era acomodártelo a modo de foulard, mi mano sigue sosteniendo sus extremos, por lo que mi sensación de dominio sobre tu cuerpo es total. Aflojo mi mano y vuelvo a pasar la tela por tu cara. Nada que ver. A pesar que la de la camisa es suave, esta es lo más suave que podrás apreciar. Mi cuerpo se pega a tu espalda. Nos observamos en silencio a través del espejo. Puedo apreciar tu respiración acelerada, tu pequeño pecho subiendo y bajando, emitiendo unos jadeos casi imperceptibles al oído. Con cada uno de los extremos del foulard en cada una de mis manos, busco tus pechos y los aprieto sin tan siquiera pedirte permiso. Los sopeso por debajo, rozo la tela contra la camisa. Son pequeños, pero están en total concordancia con tu cuerpo. Inmediatamente noto tus pezones bajo la tela. Al tacto se nota de sobra que no tienen relleno.
- Qué me dices Alexandra, te gusta la tela? te pregunto aún con mis manos rodeando tus pequeñas tetas.
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ALEXANDRA R
(yo no sé q me pasa, es una excitación rara la q me acaba de pasar por lo q estás haciendo, nunca hubiera dejado q ningún chico me tocase los pechos por encima de la camisa pero no sé pq no me separo de ti, todo esto es demasiado raro, yo tengo novio desde hace meses y nunca con él he sentido esta sensación al mismo tiempo de miedo, nervios, inseguridad pero algo de deseo)
(me empiezo a cuestionar q es pq mi novio nunca le ha importado mi ropa ni como voy vestida, y que tú juegues con eso produce en mí una excitación algo desconocida)
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CARLOS C
ahí puedes ver en el espejo mis manos apretando tus pechitos, con una delicadeza que contrasta con la sensación de haberlo hecho casi de repente. el foulard con dos vueltas a tu cuello, con más de medio metro sobrando a cada lado y entre mis manos y tu camisa. vuelvo a pasarlo por tu pechera, por tu cuello, jugando por el cuello de tu camisa
Te giro contra la pared en donde hay varios percheros pegados a la pared, pego tu espalda contra ella y levanto los extremos del foulard, amarrando cada uno en un colgador. Así estás ahora, amarrada por el cuello como una perrita que tiene que quedarse fuera cuando su dueño entra en una tienda a comprar. Frente a frente, en silencio, te observo con tranquilidad, adorando cada una de las prendas pijas que aún están en tu cuerpo. Tus brazos ahora están colgando en tus costados. No haces ningún gesto, ningún pataleo, ninguna queja. Me das a entender que estás entregada. Mis manos se deslizan a los botones de tu camisa a cuadros y desabrochan los que aún estaban atados, abriéndola y descubriendo tu camiseta blanca con la sombra de tu sujetador por debajo.
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ALEXANDRA R
(yo miro un poco atónita como me desabrochas la camisa azul a cuadros, nunca ningún chico, ni siquiera mi novio, me ha desabrochado la camisa, eres el primero, sé q debería decir q parases, q esto está mal, pero no sé pq no paro lo q estás haciendo)
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CARLOS C
Ahora recojo todas las camisas que antes te habías probado, las huelo con dulzura pero tu olor no está tan impregnado como en la que llevas. Sujeto su tela y la llevo a la nariz. Inspiro y mi cara se deleita al percibir tu olor impregnado en esa tela de cuadros. Mi morbo fetichista se está cumpliendo.. Cuelgo el resto de las camisas en los otros colgadores, rodeando así tu cabeza, coronada por las diferentes telas. me doy la vuelta y te dejo ahí, amarrada con los brazos casi levantados.
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ALEXANDRA R
(sí, yo no entiendo a q estás jugando con las camisas, es algo raro, mi mentalidad de 19 años no lo entiende, solo sé q ahora me tienes con los brazos levantados atadas a cada una de las muñecas esas camisas a lo alto de la barra de la percha, me siento violentada, me siento incomoda y sobre todo me siento muy nerviosa y con miedo, pero al mismo tiempo expectante)
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CARLOS C
en cuanto tiras de tus brazos, la vuelta de su cuello se aprieta, por lo que te esfuerzas en no moverlos. Acabas apoyándolos en el propio colgador. Es extraño. Nada te impide desatarte, sin embargo sigues ahí. Cuando vuelvo, llevo en mi mano otro pañuelo de seda, esta vez en tonos violetas y añiles.
- Este también te va a gustar, como veo que te gusta este juego, ya que ni siquiera te has esforzado en desatarte. Dime Alexandra, tienes miedo?
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ALEXANDRA R
un poco sí (digo con voz temblorosa de pija caprichosa)
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CARLOS C
- no lo tengas, te digo con voz pausada. Nunca te haría daño. Siempre me has gustado. Te he adorado en silencio desde que tengo uso de razón. Siempre me has parecido una compañera de juegos cuando éramos niños, una fantasía recurrente cuando éramos adolescentes y un motivo para mis pajas ahora que somos más mayores. Siempre te he visto como un ángel a adorar, así que no tengo intención de hacerte daño. Eres libre de irte siquieres, tampoco soy un secuestrador.
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ALEXANDRA R
(yo un poco secuestrada sí q me siento pero tus palabras me tranquilizan un poco, este fetichismo con toda esa ropa tan guay y tan pija me gusta, y aunque estoy asustada quiero saber qué tienes en mente, tengo curiosidad, aunque al mismo tiempo sigo muy nerviosa y tímida, al fin y al cabo apenas tengo 19 años y todo esto es un mundo nuevo para mí)
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CARLOS C
Te sonrío y es lo último que ves, ya que el pañuelo que traigo en mis manos se deposita directamente en tus ojos, rodeando tu cabeza y anudándose completamente. No puedes ver absolutamente nada. Atada y ciega ante, a saber, cuáles serán mis perversiones.
- Como te dije, no te voy a hacer daño, pero no puedo evitar olerte, rozarte, acariciar tu ropa pija. Me excita y no puedo evitarlo. Mis manos se posan en tus caderas, das un pequeño respingo. Mis dedos comienzan a pasearse por el borde de tu pantalón, rozando tu ombligo, la tela negra del vaquero. Se alternan con la tela blanca de la camiseta. Respiras acelerada, lo siento en tu vientre. En un momento, una sensación de tacto frío se posa en tu vientre. El sonido es inconfundible cuando se abre paso a través de la tela de tu camiseta. No puedes estar equivocada, te estoy cortando la camiseta con una tijera de sastre. Tu piel va apareciendo a medida que va ascendiendo por tu cuerpo y la tela se separa, notas cómo la punta roza tu cuello y tras un último chasquido, tu camiseta se separa en dos mitades, abriéndose hacia los lados y descubriendo tus pequeñas tetas cubiertas por un sujetador azul de pequeños puntos blancos. Te observo. Estás preciosa, puedo apreciar el pequeño tamaño de tus pechos en ese sujetador sin aro, su caída, su volumen, su forma, los pezones resaltándose claramente bajo la fina tela. Los tienes durísimos, te susurro.
...
ALEXANDRA R
(yo me siento aterrorizada, desde el primer momento q he notado la tijera notando como cortas mi camiseta blanca me ha entrado un escalofrío, un escalofrío total)
(en cualquier otra circunstancias que hayas cortado así y destrozado mi camiseta blanca q tanto me gusta y que es una de mis preferidas me hubiera cabreado muchísimo pero no sé pq eso no me enfada)
(supongo q el hecho de estés convirtiendo todo esto en un juego fetichista de mi ropa me gusta y me gusta q lo hagas)
(intento ser racional pero no lo consigo pq me gusta q juegues así con mi ropa)
(seguro q cuando pase todo esto me cabrearé mucho pero ahora mismo me gusta eso q has hecho, ese fetichismo)
...
CARLOS C
Tiro hacia los lados de tu camiseta, mostrando aún más tu sujetador. Adoro saber que debajo están tus pequeñas tetas de niña pija, con tus pezones apuntándome directamente. me inclino sobre el sujetador y paso mi cara por tus tetas, acariciando la suave tela que las envuelve. Siento la dureza de tus pezones erizados, los busco con mi boca, los mordisqueo, empapo la tela con mi boca, alternándome entre uno y otro. Aún se vuelven más turgentes y erizados. Se marcan perfectamente bajo el círculo de humedad que mi boca deja en tu sujetador. No ves absolutamente nada, pero sientes cada gesto como si lo estuvieses viendo a centímetros. Sientes mis manos en tu vientre, mi boca en tus tetas, el calor de mi respiración golpeando tu sujetador. Otro chasquido de la tijera y la tela que las cubre se afloja de repente, mostrándome tus pequeñas delicias ahora desnudas..
...
CARLOS C
(mmm)
siento cómo te retuerces con la espalda pegada a la pared, rodeada de las camisas que acabas de comprar, con tu camiseta cortada, tu sujetador colgando y también cortado y tu camisa a cuadros abierta. Exponiendo tus pequeños, rosados y erectísimos pezones a los caprichos de mis labios. Desciendo mis manos a tus pantalones, mis dedos pelean con los botones por la ansiedad, pero poco se van desabrochando, aflojando la presión que ejercía sobre tu vientre por tu respiración acelerada. Tiro de ellos hacia abajo, saco tu calzado y retiro tu pantalón, llevándolo a mi cara a la altura de tu entrepiera e inpirando produndamente. Puedes oírme disfrutar de tan fetichista gesto. Con tan solo un delicioso y fino tanga que cubra tu sexo, metiéndose entre tus piernas y apareciendo a la altura de tu culo en un delicado bordado
te deseo, te susurro.
...
ALEXANDRA R
(yo me encuentro excitada, nunca he estado así antes, nunca con mi novio a pesar de llevar ya 6 meses juntos hemos llegado a tanto, y me estás haciendo sentir cosas)
(jamás pensé q me destrozaras parte de mi ropa con tus tijeras pudiera excitarme, pero así ha sido)
(estoy excitada y experimentando cosas q no sabía q podía experimentar)
...
CARLOS C
el inconfundible sonido de un pantalón desabrochándose llega a tus oídos. Te retuerces, pero no es de intranquilidad. otro sonido de tela cayendo al suelo e inmediatamente después el inconfundible olor a sexo masculino, casi el mismo que el de tu novio cuando lo tenías empalmado delante de la cara y te entregabas lujuriosa a brindarle la mamada que tan insistentemente te pedía. Sientes el tacto frío de la tijera paseando por tu vientre, por tus muslos, rozando tus tetas, llegando a tus pezones y volviendo a bajar. Sabes que ahora estoy de rodillas delante de tu coño, siente mi aliento, sientes mis manos acariciar la tela de tu tanga, sientes mi cara posarse en ella y fregarse despacio, disfrutando con cada gesto. El olor de tu coño excitado llega a mi nariz, enloquezco, me excito aún más Tengo la polla a reventar, rezumando gotas por su punta. Nunca había estado así. sientes cómo la tijera pasea entre tus labios vaginales sobre la tela, y en un pequeño gesto, un pequeño chasquido te hace pensar que he hecho un corte longitudinal en tu tanga, siguiendo la línea de tu raja.
...
ALEXANDRA R
(noto como rasgas mi tanga, mi tanga nuevo, y queda destrozado, a pesar de tener los ojos vendados lo noto perfectamente, y contra todo pronóstico eso me ha excitado sobremanera)
(me excita tanto q dejándome llevar por el fetichismo te digo con la voz entrecortada): abróchame de nuevo mi camisa azul a cuadros y rásgala lentamente con tus tijeras, hazlo muy lentamente, saboreando cada cuadro q rasgas
...
CARLOS C
sonrío y acepto encantado tu petición. Pego mi cuerpo al tuyo. Puedes notar mi polla completamente tiesa golpeando la parte de delante de tu tanga, probablemente vertiendo mi flujo en el. Mis manos abrochan cada uno de los botones, tapando la camiseta y sujetador rotos, ocultando tus rosados y tiesos pezones. Acto seguido, mis manos descienden hasta el borde inferior y la tijera ejerce su trabajo fetichista, cortar tu camisa, gesto a gesto va avanzando despacio, rozando tu piel con el frio metal y rajando tu camisa
haciendo que salte algún botón y volviendo a descubrir tu piel a medida que sube
último chasquido con el roce de la punta en tu cuello y tu camisa se abre completamente. Entregándome de nuevo tus tetas a mi vista.
...
ALEXANDRA R
(yo mientras hace esto imagino q vas a hacer esto con cada una de las camisas q tengo en mi armario, rasgármelas todas, que te encantará hacer eso, y a mí me excita pensar en eso)
(tanto q sin darme cuenta q empiezo a retorcer de placer solo de pensarlo)
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